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¿Y qué es el Camino sin los roncadores? Ambos lados de la cuestión (los que roncan y los que se tienen que aguantar los ronquidos) son fuente innacabable de cuentos graciosos en el Camino. Yo, por suerte, caigo del lado de los roncadores. Digo por suerte, porque son los otros los que sufren, no yo. En una ocasión un chico prefirió cargar la cama fuera de nuestro cuarto a tener que soportar mis ronquidos. Pero bueno, es la historia de D & L, no la mía la que nos ocupa ahora.
L reporta que no pudo casi dormir en su primera noche por culpa de dos o tres roncadores y por lo menos una roncadora: D. Así como lo leen. Lo demás se los dejo a su imaginación ya que me puedo meter en líos con ya uds saben quién.
En cuanto a ampollas, las peregrinas reportan sus primeras. Aquí está la de D en el dedo pequeño:
Entre las cosas graciosas que les han pasado resulta que metieron su ropa a secar en la lavadora, resultado: dos horas perdidas y salida super tarde. L se cayó de la cama en un incidente confuso por cuenta de la incompatibilidad entre una sábana de papel y su saco de dormir. No se preocupen que yo tampoco entendí. Y un señor a quién le pidieron direcciones les informó que ellas estaban gorditas para hacer el Camino. Cabrón que es. Informado queda.
Luego de 25.5 kms llegaron a Ribadiso da Baixo, faltándoles así unos 40 kms para llegar a Santiago. A estas alturas tienen tres metas:
1) acabar con todo el pulpo gallego.
2) empezar a caminar a las 6:30 am (muy tarde si me preguntan a mí, pero como nadie me ha preguntao, pues no digo nada).
y 3) llegar a Santiago el 7 de septiembre 2012 llueve, truene o ventee.
No puedo dejar de decir lo orgulloso que me siento de ellas. Sé exactamente las dificultades físicas y mentales que tienen que sobrepasar para lograr esta meta. Y sé también la satisfacción que se siente al lograrla.
¡Cómo quisiera poder estar con ellas!
Pensándolo bien, ¿quién dijo que no lo estaba?
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